SANTA MARÍA DEL BUEN AYRE


  Lo que se conoce como La Primera Fundación de Buenos Aires

Al lugar que en la actualidad se conoce como el popular barrio de La Boca, llegó allá, entre los meses de febrero y marzo del año 1536, una expedición de aproximadamente mil quinientos hombres al mando de Don Pedro de Mendoza, quien había sido nombrado como Adelantado por Carlos V, con el objetivo de poblar las tierras que bordeaban las costas del Río de La Plata. El objetivo de tal fin era limitar el avance portugués en estas latitudes y de este modo quedarse en poder de las riquezas que éste suponía se encontraban en el oro y la plata.

La expedición desembarcó en el llamado Riachuelo de los Navíos y estableció en el radio de una manzana (actualmente el Parque Lezama) un poblado pequeño que se constituía de chozas de barro precariamente fabricadas y techadas con paja, un puesto de guardia y una Capilla. A dicho asentamiento le dio el nombre de  Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. Si bien esto se conoce como la primera fundación de Buenos Aires, lejos estaba de serlo debido a que para poder recibir el nombre de Ciudad se debía estrictamente construir un Cabildo. Otro "requisito" para poder recibir el nombre de Ciudad era poseer un Acta Fundacional otorgada por el Rey de España que en este caso Don Pedro de Mendoza no portaba.


La relación de los colonizadores con los nativos


Una vez establecidos en el nuevo asentamiento iniciaron buenas relaciones con los Indios Querandíes, habitantes nómades de casi dos mil personas quienes trajeron a los nuevos pobladores carnes y pescados para que éstos se alimenten. A cambio, los españoles les entregaban mercaderías que traían de sus viajes. El primer cronista que tuvo Buenos Aires, el alemán Ulrico Schmidt, quien era uno de los hombres que llegó con la expedición a estas tierras, cuenta en una de sus crónicas: "En esta tierra dimos con un pueblo en que estaba una nación de indios llamados carendies (así los llamaba el), como de 2.000 hombres con las mujeres e hijos, y su vestir era como el de los zechurg, del ombligo a las rodillas; nos trajeron de comer, carne y pescado. Estos carendies no tienen habitaciones propias, sino que dan vueltas a la tierra, como los gitanos en nuestro país; y cuando viajan en el verano suelen andarse más de 30 millas por tierra enjuta sin hallar una gota de agua que poder beber. Si logran cazar ciervos u otras piezas del campo, entonces se beben la sangre. También hallan a veces una raíz que llaman cardes la que comen por la sed. Se entiende que lo de beberse la sangre sólo se acostumbra cuando les falta el agua o lo que la suple; porque de otra manera tal vez tendrían que morir de sed"


Fin de las cordialidades 


Pasado un tiempo los españoles comenzaron a exigir a los Querandíes cada vez más productos (la idea de los colonizadores era someter a los nativos) obligándolos a aumentar las cantidades de comida y productos para la subsistencia, acción que desencadenó que los antiguos habitantes comenzaran a hacerle faltar los alimentos y atacar al nuevo "poblado"

Sobre las armas utilizadas por los Querandíes Ulrico cuenta: "Estos carendies usan para la pelea arcos, y unos dardes (dardos, por las flechas), especie de media lanza con punta de pedernal en forma de trisulco. También emplean unas bolas de piedra aseguradas a un cordel largo (boleadoras); son del tamaño de las balas de plomo que usamos en Alemania. Con estas bolas enredan las patas del caballo o del venado cuando lo corren y lo hacen caer. Fue también con estas bolas que mataron a nuestro capitán y a los hidalgos, como que lo vi yo con los ojos de esta cara, y a los de a pie los voltearon con los dichos dardes"

Para derrotar a los visitantes que trataron de someterlos, los Querandíes realizaron una serie de emboscadas con feroces ataques que culminó en la destrucción de las chozas, el puesto militar y la Capilla y los colonizadores fueron obligados a marcharse. Pedro de Mendoza  había llegado contagiado de Sífilis y ya en avanzado estado de la enfermedad no podía continuar tomando decisiones por lo que nombró como sucesor a Juan de Ayolas y embarcó rumbo a España el 22 de abril de 1537 pero no logró llegar a destino. Murió el día 23 de junio.


*Algunos Datos

 El primer poeta, el primer maestro, los primeros caballos y los primeros perros vinieron en la expedición que trajo consigo Don Pedro de Mendoza. El primero, Luis Miranda de Villafaña, que era un religioso y escritor, cuenta en una obra titulada Romance Elegíaco la conquista del Río de La Plata y el sufrimiento de los nativos. Juan Gabriel de Lezcano es considerado el primer maestro y también el primer catequista del Río de La Pata que enseñó a leer y escribir a los nativos. En tanto que los primeros caballos y perros los trajo en las embarcaciones Pedro de Mendoza. En tanto, como se cuenta más arriba, el primer cronista fue Ulrico Schmidt.








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