UNA BOMBA EN EL TEATRO COLÓN






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                                      La sala del teatro Colón el día de la inauguración

Con la presencia del entonces Presidente José Figueroa Alcorta, el 25 de mayo de 1908 se inauguró el Teatro Colón, en el lugar en el cual hoy todavía sigue deslumbrando a todo aquel que asiste a una de sus galas; en la manzana comprendida por las calles Cerrito, Tucumán, Libertad y Viamonte. Vale aclarar que antes de adoptar esta nueva ubicación, se encontraba en la esquina de las calles Rivadavia y 25 de mayo, edificio que actualmente pertenece al Banco de La Nación Argentina.

En la velada inaugural fue cantada la ópera "Aída" de Verdi por Lucía Crestani, una soprano de origen italiano y el tenor Amadeo Bassi y el público se agolpó desde horas tempranas para el evento que dio el puntapié inicial al progreso cultural de Buenos Aires, según palabras de muchos expertos en la materia en aquel entonces.

Pero si bien el Teatro Colón siempre brindó veladas majestuosas, tuvo una noche de espanto el 26 de junio de 1910, cuando explotó una bomba debajo de una de las butacas de las plateas, originado heridas a tres personas que estaban sentadas cerca del lugar de la detonación mientras se cantaba la ópera Manón de Massenet.

El hecho se produjo cuando se levantaba el telón para dar comienzo al segundo acto, momento en el cual se oyó un estampido seco en la parte derecha de la platea, antes de llegar al pasadizo de entrada. Acto seguido a dicho estampido se levanto una nube de humo y polvo. Los autores del atentado fueron integrantes de grupos anarquistas que por ese entonces tenían en vilo a la gente ya que sus actos eran frecuentes en la capital argentina.

El artefacto explosivo fue colocado en la fila 14 debajo de la butaca que pertenecía a César Ameghino que, esa noche no había asistido a la gala, sino que había preferido ir al Teatro Opera en a calle Corrientes. De igual modo, el estallido le provocó daños a tres hombres que estaban cerca de dicha butaca y a dos mujeres. El herido más grave había sido identificado por los médicos que lo asistieron, como José Scheer, de origen alemán.

Con la sala casi a oscuras el temor ganó a la mayoría de los presentes que, presos de la desesperación, se agolparon hacia las salidas para escapar rápidamente.Sin embargo, el director de la orquesta, Eduardo Vitale, al ver la desesperación de la gente, lejos de caer también en ella, comenzó a tocar los acordes del Himno Nacional logrando llevar la calma a la multitud.

Pasado el episodio, el Teatro volvió a abrir sus pertas el día 29 (apenas setenta y dos horas después), velada en la que se representó en el escenario "El Barbero de Sevilla" de Rossini, en la voz del tenor Titta Ruffo. Esa noche, el Colón tuvo un lleno total, como si nada hubiera ocurrido tres días antes. 

Al respecto, Georges Clemenceau, quien por ese entonces se encontraba en Buenos Aires declaró: "Ni una señora de la sociedad faltó a la representación. Es un hermoso acto de carácter que hace honor al elemento femenino de la Nación Argentina. No estoy seguro que en París la sala hubiera estado repleta en un caso semejante".




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